Por: Fernando Salinas
Aquellos tiempos donde escuchábamos los partidos camino a casa por la radio o en la televisión pública junto a nuestros padres, primos e incluso tías y primas se han quedado en los recuerdos. No es mi intención usar la nostalgia como carta de presentación, pero cuando los intereses económicos se tornan tan descarados ante el ojo público, es normal comparar cómo se hacían las cosas antes, que desde luego, era mucho mejor, que nos trajo alegría en su momento, incluso a día de hoy. Sin embargo, para mí y para un buen porcentaje de la población, no es posible gastar cifras que representan buena parte de nuestros ingresos en diversas plataformas de lo que le llaman hoy streaming bajo ese engañoso marketing: “consume tus películas, eventos y series favoritos cuando quieras”.
Detrás de esa artimaña ya usada por todas las compañías del entretenimiento esconden el verdadero mensaje: “nuestra codicia es más grande y no podíamos permitir que la empresa de la N roja siguiera creciendo” Pagarles más de lo que su momento hicimos consumiendo su mercancía, sus espacios pagados en todos lados fue insuficiente. Esta relación con ustedes me obliga a pagar más, en lugar de tener mejores partidos, pues la época dorada de nuestro fútbol -si es que alguna vez la hubo- empieza a desesperar a mis paisanos aficionados. Desde que la Federación hizo esos desastrosos ajustes eliminando el ascenso y descenso los partidos se han vuelto más aburridos que el cine mudo. Podría quedarme dormido sin la menor preocupación de abrir los ojos y ver un juego dinámico o al menos, unos buenos goles. Me divertiría más si en lugar de estar sentado, camino unas cuadras y me siento a ver un partido llanero, que al menos, viene acompañado de bronca y guamazos, algo que caracteriza al mexicano. Cuando los ánimos se calientan se desconoce hasta al tío, aunque yo creo que cada vez esa línea entre profesionalidad que ustedes venden y el fútbol amateur se está yendo al olvido también. ¿Por qué no hubo una verdadera sanción para el Cata Dominguez por la fiesta que armó? y para el colmo, compartió en sus redes. Todos sabemos a que hacía alusión. Lamentablemente los astros se alinearon y ocurrió en un momento donde una de las mayores figuras de ESE turbulento mundo cayó. Por mucho menos en otros países se toman medidas severas como la recesión de contrato, la suspensión de varios partidos o multas que se pueden dar el lujo de pagar, pero aquí este no fue el caso. El community manager del Cruz Azul entregó un comunicado con tanta falta de responsabilidad que debió entregar su carta de renuncia en el momento que las reacciones negativas se volcaron contra el equipo. Como dice la frase popular, se metieron a la boca del lobo. Tal fue la repercusión que apareció en medios internacionales. Es una pena que nuevamente nuestro fútbol sea referido por estas cosas, o para analizar el pésimo desempeño de la selección mexicana que ahora no hizo su chamba de llevarnos a octavos. ¿Culpa del Tata? Es uno de los factores, pero no lo es todo. Los fósiles que se rehusaron a dejar la playera para alguien más joven, así como los favoritismos que hubo con cierto personaje que si no fuese por su gol de chilena de hace años no figuraria como parte del equipo, han hundido lo poco restacable que quedaba de esa seleccion que en 2018 nos hizo imaginarnos cosas chingonas. Afortunadamente el batacazo parece que fue lo suficientemente fuerte para activar el pensamiento crítico colectivo, y ahora muchos exigen cambios importantes dentro de la Federación.
No se les olvide que el motor económico es la afición señores. No queremos más partidos exclusivos en esta u aquella plataforma, queremos copa Libertadores, no shows con la MLS. Esfuércense en entregar un circo deportivo lo suficientemente bueno para callar las críticas.
Los aficionados aún creemos en el potencial de nuestro fútbol, ¿ustedes también?
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