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Foto del escritorFernando Salinas

Cuando la inclusión se ejecuta mal #Opinión


Fernando Salinas // #SociedadDelEspectáculo


"Lightyear" es uno de los fracasos más grandes de la historia reciente de Disney. A causa de la aparición de un beso lésbico al final de la película, el filme fue prohibido en un total de 14 países. Algunos son pieza clave para el éxito o fracaso del mismo como China, y es que el país del Dragón Rojo no está de acuerdo con las ideas de libertad que se están implementando en occidente, así como en el resto de naciones dónde no fue exhibida.


Cabe preguntarse ¿Hace bien la compañía del ratón más famoso del mundo en imponer la diversidad sexual de esa forma? Espera un segundo, antes que me catalogues como homofóbico déjame explicar mi punto de vista.


Cómo un miembro de la comunidad LGBT+ celebro que vivimos en tiempos donde la diversidad sexual ya no es perseguida como sí ocurría en tiempos de antaño. Sin embargo, si tomamos como principio que buscamos el respeto con el fin de ser aceptados en la sociedad, habría que ser más analíticos y cuestionarnos si todos los movimientos de inclusión realizados por empresas del mundo del entretenimiento son realmente en beneficio de la misma o un "tiro por la culata" como decimos los mexicanos.


De acuerdo con un artículo del Heraldo de México©:

“Los medios narrativos cuentan historias representando objetos reales a través de modos y medios diversos. En específico se representa la acción humane (humana) a través de las películas, canciones y juegos. Esa acción humane (humana) es [...] no una acción particular en sí, sino un aspecto humano universal particularizado por el escritor o compositor. [...]

La inclusión forzada se da cuando la acción de aquél elemento que evoca a la comunidad marginada no es verosímil.”


Es decir, cuando una acción carece de determinados elementos sustanciales que justifiquen su existencia en dicho contexto se percibe como un objeto extraño, que es justamente lo que ocurre en un montón de series y películas actuales.


¿Tenemos alguna idea en qué punto de la historia la inclusión comenzó a ser un elemento a considerar por los directores de películas y series? Desde el bochornoso hashtag #OscarsSoWhite que estalló en twitter en el año 2015 el cual acusaba al comité organizador de los Oscar de tener tintes xenófobos, este puso manos a la obra y detalló una serie de requisitos de inclusión indispensables que un filme tenía que cubrir para ser nominado. Posteriormente otros galardones importantes como los Emmy y los Globos de Oro optaron por medidas similares para no ser los próximos en ser cancelados. En consecuencia, las casas productoras replantearon la forma de hacer historias ya que no podían quedarse fuera de las nominaciones, pues si una película gana un premio o al menos es nominada, ellos pueden vender eso como una característica intrínseca del producto y no extrínseca, porque al consumidor no le debería importar (en la mayoría de ocasiones, ojo) toda esta especie de “cubierta” que envuelve a una película como las críticas y premios. Existen un sinfín de grandes ejemplos que no cuentan con alguna insignia de prestigio, pues en ellos los directores propiciaron el desarrollo de un ambiente coherente antes de desarrollar, y no imponer, temas de agenda.


A lo que quiero llegar es que los grandes estudios han dejado en segundo plano contar historias de una forma atrayente para el espectador. Las mentes detrás de todo están más concentradas en enviar mensajes políticos a una audiencia como pan caliente en cada proyecto que conciben. Como a un niño pequeño al que obligan a comer la papilla que no le gusta, sirven estas cucharadas en forma de la palabra “inclusión” esperando que no se dé una reacción, y vaya que la hay.


Ojo, no estoy a favor que exista una censura a la comunidad en películas, mucho menos infantiles. El hashtag #Conlosniñosno me parece de lo más repulsivo por parte los conservadores, pero si se va a tocar un tema tan delicado a día de hoy como este hay que hacerlo bien.


Te pongo un ejemplo: supongamos que soy un reconocido escritor de libros de romance y de la nada pongo a un personaje a hablar sobre lo grande que es la administración de Joe Biden (cuando seamos sinceros, es un desastre). ¿Ahí no estoy enviando un mensaje político fuera de contexto? ¿Cuál sería la reacción de los lectores? ¿Aceptarían tal premisa? Estoy seguro que la mayoría no, y es que una de las cualidades de los seres humanos (algunas veces más desarrollado en unos que en otros) es el sentido común.


De esta manera veo esa escena, así como muchos otros intentos que ha hecho Disney mediante sus subsidiarias Pixar y Marvel por lograr una inclusión forzada. Aunque uno sea fan de ambas, hay que reconocer los desaciertos también.


¿Por qué no darse un tiempo para la elaboración de narrativas bien justificadas y que envíen un poderoso mensaje?


Estamos en una época donde la comunidad desea expresar más que nunca su libertad ante el pensamiento homofóbico que tantas vidas ha cobrado y reprimido, pero así como ha tomado años que la balanza se comience a poner a nuestro favor, debemos ser conscientes que las cosas toman su tiempo. Los cambios culturales y sociales no se hacen en unos cuantos años. Eso es una regla de vida. El pensamiento opresor ha existido desde los tiempos de la Santa Inquisición. Por lo tanto, lograr una conciencia social con un bombardeo de ideología mal ejecutada no es la solución. Pienso que esta táctica debería tener dos fases: en primera, la elaboración de estas narrativas bien pensadas para presentar la diversidad como algo totalmente natural y finalmente, presentarlas en contextos cotidianos.


La inclusión forzada no solo aplica para el colectivo gay. El anuncio de que la actriz Halle Bailey (una persona afroamericana) encarnará a Ariel en el live action de la Sirenita levantó una gran cantidad de comentarios negativos en redes sociales, en los que le pedían al director respetar el orígen racial del personaje ¿Cuál es el motivo para cambiar algo existente? ¿Por qué no crear nuevas narrativas donde estos elementos sean una característica propia del personaje y no una modificación?


Espero que el fracaso de “Lightyear” le sirva a Disney para que encamine su universo narrativo por el camino que yo considero prudente y que está explicado a lolargo de esta opinión. O espero, cuando menos, que el colectivo despierte y no aplauda ante las lamentables muestras de diversidad que se exhiben en los medios ya que como mencioné previamente: “habría que ser más analíticos y cuestionarnos si todos los movimientos de inclusión que se llevan a cabo por empresas relacionadas en el mundo del entretenimiento [...] son realmente en beneficio de la misma [...]"


Tan solo recordemos como le fue en taquilla al remake feminista mal hecho de “Ghostbusters” del año 2016 y a “ThunderCats Roar”, la versión políticamente correcta del clásico de los 80´ que fue cancelada con solo una temporada al aire.


Cuando el público despierta, las empresas escuchan.

Sígueme en twitter como @fersalinas_13.


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