Texto y fotos: Carlos Villalobos // @carlosavm_
Mientras que la Guelaguetza, la autonombrada “fiesta de los oaxaqueños'' era anunciada con bombo y platillo, la escena local independiente hacía una declaración: “estamos vivos y no nos fuimos”. En un tarde que cedía y se sentía un clima extremadamente templado, se reunirían proyectos consolidados a nivel nacional, proyectos de otros estados y proyectos oaxaqueños que están dando la batalla por seguir representando al estado.
En la Cuevita galería, ubicada en la colonia reforma, Ultramarino daría la patada inicial al encuentro con una combinación de secuencias experimentales en donde empuñando un bajo eléctrico y su secuenciador, le ponía soundtrack a una tarde muy fresca y agradable. Ultramarino, proyecto compuesto por un solo integrante, demostró una vez más que en un mundo en donde se nos exige prácticamente gritar todo lo que pensamos, la palabra está sobrevalorada. La conversación se dió con ritmos disparados desde su teclado y fueron bien complementados con su bajo.
Al turno de A.V.E. proyecto poblano que pisaba por primera vez Oaxaca, sólo necesito de su piano y un secuenciador, para llevarnos de la mano por distintos estados de ánimo. Durante su presentación solo bastaron de un par de intervenciones al habla del artista, para dejar en claro que lo suyo era más una invitación a viajar de forma introspectiva. Además en A.V.E. se pudo notar que cada silencio cuenta, contrario a lo que muchos piensen y con un muy potente show, dejó en claro que la música instrumental es necesaria.
Y de pronto, con una alineación más “tradicional”; es decir bajo, guitarras y batería, llegaría Foe Specktor, que de acuerdo a lo que mencionaba, era su primera presentación en vivo con esa alineación, sin embargo, esto no se sintió. Como si llevarán años juntos el combinado Spektor nos llevaría a otro estado de ánimo, uno en donde bailar, moverse o al menos tratar de seguir el ritmo sería obligatorio. Siendo una invitación a la fiesta y el degenere, el humo de mariguana ajeno, los dos años encerrados sin este tipo de eventos contagiaron a todas y todos los presentes.
De pronto, viejos conocidos, Kaoz Party luego de 3 años sin pisar un escenario regresaron del ostracismo para anunciar que están de vuelta. De todas las veces que he podido ver a la agrupación oaxaqueña, esta sin duda tuvo un especial énfasis de nostalgia, ya que no solamente será su regreso a los escenarios, también representaría un homenaje a una persona muy cercana a los integrantes.
Cuando de pronto creímos todos los asistentes que las emociones no podrían incrementarse, tocó el turno de Yo Triceratop!, banda tambien oaxaqueña, que ha sido reconocida a nivel nacional dentro del circuito de Math Rock nacional y por medios independientes. Regresarán para comenzar una serie de presentaciones de cara a lo que será la presentación que tendrán como banda en la CDMX en un par de días. Escuchar nuevos clásicos como Catalina Crreel ó Triceratops, nos recordo a los presentantes, que todavía hay banda cretácica para rato.
Luego de mucha espera, DJ Perro abriría con Sart (valga la redundancia), en su segunda incursión en tierras oaxaqueñas. Sin dudarlo, es un show cercano, energético y que todos en algún momento tenemos que presenciar. Encontrar la paz, en el caos plenamente organizado de cada una de las piezas ejecutadas, es sin duda un goce completo.
En esta banda poblana encontramos muchas lecciones que necesitamos terminar de aprender en oaxaca, como escena(o como industria); la primera, ensayar lo suficiente para que cada show sea el show de tu vida, la segunda ser humildes, ya que pudimos encontrar una retroalimentación con el público que hace que la experiencia solo mejore y finalmente seguir picando piedra.
En un momento en donde la Guelaguetza, y sus seguidores, gritan y exigen que sólo eso es cultura, esa noche se demostró lo contraria, sin tantas palabras y sin tantos sombrerazos.
Les compartimos una galreía del evento
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