Texto: Carlos Villalobos // Facebook: CarlosAVM_// Twitter:@carlosavm_ // Instagram:@carlosavm__
Nos vendieron fantasía cuando se hablaba de teletrabajo, al menos en el caso mexicano, hoy vivimos una pesadilla
Desde hace muchos años, al menos para el caso mexicano y con la amplia entrada de la tecnología alrededor del internet, muchos trabajadores esperaban la entrada de un esquema de trabajo remoto, para optimizar tiempos, mejorar flujos de trabajo o simplemente ahorrarse el viaje a centros laborales (y de paso evitar tener que sufrir de trabajos que se basan en “horas nalga”).
El escenario ante la frontal entrada del COVID-19, aunque no era perfecto, planteaba la posibilidad de empezar a implementar tareas y estrategias que beneficiaran tanto a empresas como a trabajadores, ante el encierro inminente que nos venía encima, y que hoy nos sigue aquejando. Sin embargo, todo se volvió una pesadilla.
Hoy la realidad que vivimos, solo hizo que malas prácticas que se llevaban a cabo en el plano presencial, solo se traspasaran al ámbito digital; desde #JuntasQuePudieronHaberSidoUnMail, hasta jornadas interminables y cibervigiladas, causando que trabajadores no tengan la oportunidad de lidiar con los problemas propios que se han desencadenado con la pandemia.
Si antes la imagen de malos, y falsos, líderes organizacionales se representaba con capataces con un látigo persiguiendo a colaboradores, hoy en día bien se pudiera representar con mensajes de whatsapp después de la jornada laboral diciendo “oye necesito un informe para mañana. Es para ayer”. Los plazos de entrega, las revisiones de último minuto, los cambios “chiquitos” han aumentado, todo “porque estas en casa y no puedes salir”.
Las horas nalga, no se fueron, solo llegaron a casa
A pesar de que uno de los principios fundamentales del teletrabajo es que los trabajadores podrán optimizar tiempo, recursos y energía para poder ser más productivos, este concepto se ha roto y se ha topado con una realidad completamente distinta. Hoy, la hora nalga (esas horas que pasas en la oficina esperando a que acabe tu jornada laboral) se han trasladado a juntas por videollamadas; que en ocasiones ni siquiera cuentan con certificados de seguridad mínimos; como te lo hemos contado desde que comenzó la pandemia.
La obsesión por ver en pantalla a todos se ha vuelto un problema generalizado, ya que por ejemplo, hay quienes no cuentan con infraestructura para poder soportar este tipo de comunicaciones(banda ancha) o simplemente no se sienten cómodos realizando este tipo de enlaces.
Si a eso le sumamos, que no hay una planeación correcta de cómo organizar el trabajo, a pesar de que tenemos más de 6 meses en pandemia, genera que los flujos de comunicación sean lentos y torpes; es decir, tener un grupo en monday, un grupo en whatsapp y demás plataformas de trabajo colaborativo, al mismo tiempo y para el mismo objetivo. Los mensajes no paran, las notificaciones nos ponen alerta y no se cuenta con momentos de paz o de procrastinación(lo que fomenta los momentos de creatividad y que teóricamente ayudan a la empresa) poco a poco se han ido eliminando.
No boomers, esta generación SI trabaja, ustedes no entendieron el tiempo libre
Un pensamiento generalizado en redes sociales, o que al menos su servidor ha percibido, es que esta generación “no sabe trabajar y por eso se quejan”, llegando al extremo de decir que “deberían de agradecer que tienen trabajo”. Para quienes dicen eso, muy probablemente lo dicen desde su privilegio y muy probablemente sus jornadas laborales no se han afectado por los efectos de la COVID-19. Por ello, justo en la antesala del proceso electoral, vale la pena empezar a presionar a todos aquellos que están levantando la mano para competir por un puesto público, para que se abra el debate de manera formal en la agenda pública, acerca de los derechos digitales y sobretodo, los derechos laborales digitales que se tienen que garantizar para todas y todos,. Mientras la pandemia no ceda, tendremos que seguir observando de cerca qué es lo que sucede y tratar de mejorar las condiciones laborales para todos.
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