LA X EN LA FRENTE // Moisés MOLINA*
En el foro académico de juristas de Oaxaca están pasando muchas cosas buenas.
Ya he dado cuenta en entregas anteriores de la incipiente reforma a los planes de estudio de la licenciatura en derecho para incluir materias imprescindibles como el Derecho Constitucional local.
Nuestro paisano Eric García López, junto con Mario Herrera y Tomás Mundo están haciendo lo propio desde España, Quintana Roo y Veracruz para que el neutro derecho tenga también el lugar que merece en las mallas curriculares.
El Derecho es un campo en permanente desarrollo que obliga cada vez más a la especialización de juzgadores, ministerios públicos, policías, litigantes, etc.
Y en el Poder Judicial de Oaxaca estamos haciendo la tarea.
El pasado viernes se inauguró y recibimos la clase inicial de la Maestría en Derecho Judicial.
Y tampoco es un acontecimiento menor.
Es la primera Maestría de su género en América Latina, a donde por fin llegarán los desarrollos teóricos que desde hace tiempo se hacen ya principalmente en Europa.
Este posgrado lo auspicia la Universidad de Perugia en Italia, una de las más antiguas, sino es que la más antigua del mundo, fundada en 1308.
¿Cuál es su trascendencia?
A partir del 2011 todos los juzgadores del país, incluidos los de Oaxaca, tienen la oportunidad (que se ha desaprovechado todos estos años) para dejar de aplicar en sus resoluciones cualquier norma contraria a la Constitución o a los tratados internacionales de derechos humanos de los que México sea parte.
Los juzgadores -y específicamente quiero referirme a los del fuero común- se convirtieron por reforma constitucional en guardianes de los Derechos Humanos.
Pero tal vez en nuestro genoma pervive la resistencia al cambio y por cautela, por temor, por comodidad o por no saber cómo, las y los juzgadores no han hecho generalizadamente el uso de esa importantísima y transformadora facultad.
En esta Maestría, entre muchas otras cosas, se nos enseñará el qué y el cómo de eso que se llama control difuso de la constitucionalidad y de la convencionalidad.
En la democracia constitucional, antes que cualquier otra cosa, están los derechos humanos.
Y en un entorno de crisis de violaciones a los derechos humanos, México tiene en sus jueces un activo importantísimo para revertir la situación.
Porque mientras en Europa las discusiones versan sobre violaciones a los derechos humanos de quinta y sexta generación – que se nos dijo en clase- en México seguimos tratando de salir del fango de las violaciones a derechos humanos de ¡primera generación!
En esta materia Oaxaca está sentando un precedente más que debe hacer eco en todo el país.
Ya no se trata solamente de que juezas y jueces, magistradas y magistrados se preparen en el conocimiento teórico de alguna rama del derecho.
Urge transformar la realidad.
Y las y los juzgadores son por excelencia agentes de cambio a través de sus resoluciones.
Lo más fácil siempre es seguir haciendo las cosas como se han venido haciendo.
Pero en Oaxaca ya dimos el primer paso y no hay retorno.
Queremos ser jugadoras y juzgadores disruptivos que defiendan, promuevan, garanticen y restituyan los derechos humanos en contra de todo y de todos.
*Magistrado Presidente de la Sala Constitucional y Cuarta Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia de Oaxaca.
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