Pongamos todo en perspectiva // Carlos Villalobos
El siglo 21 que nos está tocando contemplar dista mucho de la realidad que, diversos autores, expertos y hasta nosotros mismos, planteamos que viviríamos. Imaginamos una sociedad avanzada que sería democrática y que nuestra principal herramienta de desarrollo iba a ser la tecnología como si fuese una especie de espada del augurio. Sin embargo, vaya que la realidad dista mucho de esa utopía.
Hoy en día con todo y la pandemia, con la que hemos tenido que aprender a coexistir, el show tiene que continuar. En la actualidad, pero sobre todo en momentos inciertos como el presente, tenemos que dejar en claro una frase que rige nuestro contexto “la mentira limita la libertad”.
Curiosamente con el avance de las tecnologías de la información y la comunicación, es una realidad que podemos acceder, de acuerdo a nuestras posibilidades, a una gama de información casi infinita y que necesitamos de vidas enteras para poder navegar en al menos el 1% de ellas. Sin embargo, esto genera un mal, la sobreexposición de la información.
Si bien es cierto que, hace unos años, las fake news se dispararon haciendo que las elecciones presidenciales de México y Estados Unidos estuvieran manchadas por escándalos, mentiras, teorías de conspiración extremadamente locas y demás sandeces que apelaban a sentimientos polarizantes, también existieron plataformas para la desmitimificaicón de tales mentiras que circulaban en la red. Desafortunadamente tales esfuerzos han sido poco a poco desplazados en la agenda pública, tal y como le está sucediendo a todos los temas de transparencia en México, lo que nos ha enseñado que la importancia de la participación y la necesidad de ciudadanos para colaborar en la arena pública es fundamental, ya que los poderes fácticos (políticos o empresariales) siempre van a buscar un rédito a su favor.
Aunque en el pasado los medios de comunicación tradicionales, normalmente tenían acuerdos comerciales con ciertos actores de poder, había confianza en el método de generación de información, hoy desde cualquier punto del mundo, con acceso a internet y un poco de conocimiento en informática, se pueden destruir carreras profesionales a un click de distancia y el público aceptaría sin más el veredicto, ya que internet se ha vuelto un lugar en donde la información solo se consume y no se produce.
Para el caso méxicano, este problema aumenta, ya que la polarización del debate público en temas pocos relevantes y el encubrimiento de prácticas poco éticas, fomenta las condiciones ideales para que la desinformación cubra más terreno y cree realidades alternas a partir de mentiras.
La mentira en los medios de comunicación no es nueva, esta ha existido desde que existe el hombre, sin embargo, la mentira tiende a ser más transparente hoy, porque es más fácil detectarla, en un escenario ideal, porque en la realidad una vez que una mentira se ha incrustado en el imaginario público está es imposible de refutar, aunque se cuenten con datos o evidencias de que ha sucedido lo contrario.
La información falsa ha cobrado relevancia por la redes sociales, por su facilidad de difusión y porque hoy, gracias a la democratización de los medios, somos difusores. Tan es así que la familia ha sido desplazada como la fuente primigenia de información, hoy acudimos primero al celular, sin consultar fuentes fidedignas y damos por hecho lo que nos dictan nuestros teléfonos inteligentes.
La solución a todos los males expuestos en este texto, pareciera que son sencillos, pero no lo son, la realidad polarizada, la facilidad con que se difunden noticias falsas, el problema de confianza serio que existe a nivel mundial hacia las instituciones y un sin fin de problemáticas sociales más, a pesar de ello parten de de un punto, la investigación seria, sistematizada y digerible es el arma idónea para combatir, en un primer momento, para mitigar las noticias que son falseadas y que tanto daño le hacen a nuestra sociedad.
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