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OPINIÓN ll Que el debate público, sea público.


Pongamos todo en perspectiva // Carlos Villalobos


Aunque pareciera que el título del presente texto es un eufemismo, hoy en día parece necesario recordarlo. Como parte de la polarización extrema (colocar a todos en un espectro donde o eres o no eres algo) de nuestra sociedad, la opinión pública, el quehacer político y la vida en general, pareciera que hoy el país queda relegado a apoyar al gobierno o ser un conservador.


En pleno siglo 21 tendría que ser inaudito este proceso de extremo en el que nos vemos inmersos, por el contrario debería reinar la suficiente participación en temas y actividades que merecen la pena, como el caso de la discusión que se generó en torno al Padrón Nacional de Usuarios de Telefonía Móvil, donde expertos en el tema y sociedad organizada al detectar que se vulnerarían derechos humanos, se movilizaron y agotaron hasta el último recurso para congelar (hasta el momento) tal iniciativa, en contraste con la consulta a juicios a expresidentes que hoy pareciera un “acierto”, pero en realidad es todo lo contrario ya que la ley no se consulta, solo se ejecuta.


Los espacios de participación ciudadana, de un tiempo a la fecha (al menos en el discurso) han quedado relegados a solo ejercer el voto que en un entorno de descalificaciones y guerra sucia donde la gente, pareciera que, solo tiene la opción de votar por la “continuidad del presidente” o votar por quién le pega más fuerte a MORENA.


Por otro lado, también los espacios ciudadanos han quedado relegados a “expertos y líderes de opinión” que abusan del lenguaje rimbombante y complicado para apantallar y dejar sin oportunidad de entendimiento a todas y todos aquellos interesados en colaborar en beneficio de nuestras comunidades. Ese tipo de lenguaje rebuscado, y a veces fuera de lugar, es lo que provoca principalmente el desinterés de quienes tienen que salir todos los días a trabajar y generan la apatía de quienes en plena pandemia debemos de sobrellevar nuestra rutina diaria.


Es cierto, el trabajo de analistas y de academia son fundamentales, pero hoy hace falta que se relaje el lenguaje, en donde se debe provocar que la información pública se libere de manera entendible y digerible, sin llegar a extremos donde con frases extremadamente coloquiales se desvirtúe la información. Crear puentes para educar de una manera más asertiva a nuevas generaciones para que, a través de mecanismos institucionales, puedan mejorar las condiciones respondiendo a las necesidades propias que se palpan a ras de suelo y poner los pies en la tierra, desde Ciudad de México, o de las principales capitales.

Bajemos dos rayitas, impulsemos la participación en temas prioritarios, invitemos, pero sobre todo pongamos contexto suficiente para que quienes están fuera del entorno de la arena pública puedan tener herramientas suficientes para participar y de esta forma lograr avances en función de lo que sucede en nuestras distintas realidades, ya que la centralización en la toma de decisiones que vivimos hoy está desarmando a comunidades, a cadenas productivas y a esfuerzos ciudadanos, dejándolos completamente a su suerte y cortando de tajo los resultados (muchos o pocos) que están, han obtenido y muy probablemente obtendrían.


Representantes, estén listos, porque mientras el sistema lo permita, existiremos muchas y muchos quienes seguiremos promoviendo desde cada una de nuestras trincheras la apertura de la agenda pública a temas de relevancia central para las y los mexicanos.


Es tiempo de las y los ciudadanos, es tiempo de ti que me lees y de mí, quién escribe esta columna justo antes de empezar la semana. Es nuestro tiempo.


Sígueme en twitter como @carlosavm_



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