Alma D. Bautista Ramos
“Tú puedes sola”, “no necesitas a ningún hombre para sacar adelante a tus hijos o hijas”, “la vida se lo cobrará”, “no te rebajes a una limosna”: son las frases recurrentes que se emplean para justificar que los padres eludan su responsabilidad y, evitar así, la exigencia de un derecho. Se vulnera el derecho de madres, hijas e hijos, y se legitima la irresponsabilidad paterna.
“Tik Tokrizando los derechos”
La pandemia vino a trasladar nuestra forma de convivencia y socialización con las personas a espacios digitales, y yo no fui la excepción. Tik Tok, “sacudir la música”, se ha caracterizado por ser una plataforma cómica, donde puedes dejar a un lado tus problemas y visualizar videos de máximo 60 segundos: videos graciosos, musicales, de parodias, o ver las excentricidades de otras personas; aplicación en la cual coincidimos 19.7 millones de personas usuarias en México, y de las cuales 45% son hombres y 55% mujeres (COCKTAIL, 2021).
Cuando descargué la aplicación lo hice por curiosidad, ya que se puso muy de moda entre las y los jóvenes. Mi sobrina me hablaba mucho de la plataforma; con el uso, me fui dando cuenta que podría ser una buena herramienta para poder promover y dar a conocer los derechos humanos, que es a lo que me dedico. Sin embargo, me di cuenta que en su mayoría esos temas no se vuelven “trending” (tendencia). Además, no confiaba mucho en hacer clips porque ¿cómo iba yo a aparecer haciendo bailes en Tik Tok?, si la sociedad adulto-céntrica, machista y patriarcal espera un comportamiento diferente de una “abogada”, “profesionista”, “mujer”, “joven”. Por ello, no le puse tanto empeño.
Sin embargo, hace unos días subí una parodia que hacía referencia a una contestación de demanda de alimentos para una hija en mi cuenta de Tik Tok. Parodia en la cual se manifiesta que, ante una demanda de alimentos, el padre o acreedor alimentario expresa que “no tiene trabajo” y que la que demanda es “mala madre”. Parodia basada en hechos reales, acción “graciosa” para el espacio y forma de evidenciarla, pero que esconde una gran tragedia: la respuesta que mayoritariamente tienen los hombres ante una demanda así.
El mismo día en que subí el video, es decir, en menos de 24 horas, más de 2,000 mujeres seguían mi cuenta. Se sentían identificadas. “Sí soy”, “a mí me contestó lo mismo”, “a mí me inventó cosas”, “a mí también me la aplicaron”, “así me pasó”, “siempre contestan lo mismo”, “pensé que era la única”, eran algunos de los comentarios más constantes que dejaron; sin embargo, detrás de unos segundos de risa sabían que en el fondo no era ninguna gracia identificarse con esa experiencia.
La mayoría me envió mensajes; me dejaron comentarios exponiendo sus situaciones personales, me mandaron cientos de solicitudes de mensajes privados en Tik Tok, en Facebook: mujeres de Jalisco, de Ciudad de México, de Veracruz, de Hidalgo y desde Estados Unidos, mujeres mexicanas, migrantes. La única razón: habían encontrado la confianza de pedirme apoyo, orientación o ayuda para poder tomar una decisión respecto al incumplimiento de los padres para con sus hijos, situaciones de violencia, amenazas. Dos se acercaron para pedir apoyo a posibles casos de tentativa de feminicidio.
“Las malas madres”
Derivado de las experiencias que me compartieron en redes sociales, me di a la tarea de buscar información respecto de una de tantas violencias: la negación de pensión alimenticia en el país. En México viven 126’014,024 personas, de las cuales 49% son hombres y el 51% son mujeres (INEGI, 2021); es decir, que son mujeres poco más de la mitad de la población mexicana.
Las mujeres nos hemos enfrentado a diversas barreras para poder ejercer nuestros derechos, desde la falta de reconocimiento hasta la plena efectividad, ya que nos enfrentamos a una sociedad que nos ha sometido en una relación de subordinación, de desventaja. Y si el camino ha sido difícil para disfrutar plenamente de nuestros derechos, para poder hacer válidos los derechos de hijos e hijas ha sido el doble.
De acuerdo con el Comunicado de Prensa CGCP/128/16 emitido por la Comisión Nacional de Derechos Humanos, en México los matrimonios duran aproximadamente nueve años; una de cada tres familias es monoparental, es decir está compuesta por un solo progenitor o progenitora; 67% de las mujeres madres solteras no reciben pensión alimenticia, y sólo una tercera parte de las madres reciben el recurso necesario para alimentar a sus hijos[1] (CNDH, 2021).
Esta situación se reflejaba en ese genuino acto de Tik Tok, que incidió en la demanda de apoyo colectiva. De las experiencias que me confiaron, de la propia y de la observancia que he dedicado al tema, retomo tres puntos básicos que no deben pasar inadvertidos, por ser una constante:
1. Los estereotipos de género
Un estereotipo de género es una opinión o un prejuicio generalizado acerca de atributos o características que hombres y mujeres poseen o debieran poseer, o de las funciones sociales que ambos desempeñan o debieran desempeñar (ONU, 2021). Es decir, los estereotipos son aquélla conducta que espera la sociedad o la cultura que llevemos a cabo por el simple hecho de ser mujer o de ser hombre. En este caso, me enfoco a los estereotipos asignados a la mujer y que repercuten en la exigencia de sus derechos.
Muchas mujeres no demandan alimentos porque no tienen la seguridad para exigirlos, y encontramos esa inseguridad relacionada con los estereotipos, ya que se nos ha enseñado que la mujer debe ser sumisa, sencilla, austera, paciente, servicial, y sobre todo, se nos ha asignado el cuidado y crianza de las y los hijos de manera mayoritaria o absoluta.
La sociedad nos ha hecho creer que la madre que demanda, es porque quiere destruir de manera económica al padre, o que la madre que demanda es porque no tiene vergüenza, porque no tiene dignidad, porque no se valora, o porque “no puede sola”. Es un doble discurso al que la sociedad somete a las madres. Por un lado, se espera sumisión, y por el otro, fortaleza, demostrar que puede criar y mantener sola a un hijo o una hija. Este discurso solamente ha quitado la carga a las paternidades irresponsables, estereotipos que solo han alejado a las mujeres del pleno ejercicio de sus derechos humanos y de la representación o exigencia de los derechos de la niñez, y que hasta la fecha inciden de manera contundente para que muchas mujeres no hagan uso de estos mecanismos de garantía.
La mujer madre que decide demandar al padre, la mujer que denuncia a su agresor, es la misma mujer que cuestiona, es la misma mujer que corrige, que discute, que defiende sus derechos y los derechos de otra persona; es la misma mujer que toma decisiones, que actúa, que exige, y eso incomoda, irrita, desagrada al sistema, a las ideas preconcebidas de cómo debe portarse una mujer; transgrede el estereotipo que la sociedad demanda, el que nos ha enseñado que la mujer debe ser sumisa, tranquila, debe obedecer, debe conformarse y callar. Porque si hace lo contrario es la loca, es la enferma, es la cualquiera, es la que toma, la promiscua, la “mala madre”.
2. Las amenazas y violencia
El segundo factor constante en las experiencias que obtuve de mujeres madres, es que en su mayoría deciden demandar la pensión después de mucho tiempo, tiempo en el que reciben amenazas.
Por un lado, hablamos de que muchas deciden no demandar y asumen la responsabilidad de crianza y sustento solas, pero las que sí deciden hacerlo, no es de manera inmediata y, por lo regular, vivieron violencia. Todas las que sí demandaron, manifestaron haberle exigido de muchas maneras al padre de sus hijos que cumpliera su obligación: algunas esperaron dos años, otras tres, e incluso hasta diez o doce años para decidirse a demandar. Las respuestas que obtenían del padre ante la solicitud eran simples: “si me demandas, te quito a los niños o niñas”, “no te daré nada”, “me saldré de trabajar”, “no tengo dinero”, “no tengo trabajo”, “tu te malgastarás el dinero”, “seguro alguien te está aconsejando”; o, en el peor de los casos, “demándame y diré que estás loca y maltratas a los niños”. En el peor de los casos recibieron amenazas como “me demandas y te mato, me desaparezco de sus vidas”.
3. Argumentos machistas
La mayoría de mujeres que sí decidió demandar la pensión alimenticia de sus hijos o hijas, y acudió a un órgano jurisdiccional, se sintió identificada en las respuestas que dieron los hombres en su contestación de demanda. Los argumentos eran los mismos en Jalisco, en Ciudad de México, Hidalgo, Veracruz, Oaxaca, y seguramente en más estados de la república, y deben de obrar en los archivos de los juzgados respectivos: “está loca, siempre miente, yo sí le he dado dinero”, “ella anda de loca con hombres”, “descuida a mi hijo/hija, se va a gastar el dinero con sus amigos”, “no tengo tanto dinero”, “si mi hijo/hija no gasta mucho”.
El origen es el mismo: los estereotipos que muchas veces encuentran eco o respaldo en las familias de la persona demandada, porque invisibilizamos estos actos, y de manera sistémica vamos reproduciéndolos, y abonamos a que la persona que actúa de manera irresponsable no se cuestione ni se replantee su actuar; estereotipos que invisibilizan el sentido de importancia de la niñez, e impactan de manera negativa a las mujeres, ya que nos descalifican, minimizan en credibilidad y refirman la sobrevalorización de lo masculino sobre lo femenino, perpetuando las desigualdades que en cuanto al género sufrimos las mujeres.
“Otras barreras que impiden a las mujeres acceder a la pensión”
Es importante mencionar que, si bien los estereotipos son la base de muchas violencias, incluyendo la económica, existen muchos factores más que se agregan e impiden a las mujeres acceder a la pensión alimenticia, como son:
· Factor económico
La llamada brecha salarial de género es una realidad. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas, las mujeres en el mundo ganan 23% menos que los hombres. A nivel país, las entidades en las cuales las mujeres perciben mayores ingresos son Sinaloa ($9,591), la Ciudad de México ($7,106), Baja California Sur ($7,059) y Chihuahua ($7,033); mientras que, como es de esperarse, en Guerrero ($2,741), Chiapas ($2,936) y Oaxaca ($3,053) las mujeres ganan menos (INMUJERES, 2021).
Una de las razones que expusieron las mujeres para no demandar, es que no cuentan con los recursos suficientes para pagar los servicios jurídicos de un abogado o abogada. Al reconocer la desventaja que existe en el ámbito laboral para las mujeres, debemos agregar que en su mayoría las mujeres siguen desempeñando jornadas dobles o triples, sobre todo ante el contexto de pandemia, pues tuvieron que cumplir el rol de crianza, labor de trabajo para el sustento del hogar, labor de educación e instrucción escolar y labores domésticas.
· Desconocimiento de sus derechos
Al solicitar asesoría es porque no se tiene claro el procedimiento, y no se tienen reafirmados los derechos que se tienen como personas. Se ve a la pensión alimenticia como un conflicto que atenta contra la estabilidad del hombre o su estatus quo, y no como un derecho que tienen las niñas, los niños y adolescentes para su desarrollo integral. Se ve a la convivencia como un escudo que puede estar a arbitrio o capricho de uno de los progenitores, y no como esa necesidad y derecho de las personas menores de edad de poder convivir y pasar momentos y crianza con ambos progenitores.
· Falta de sensibilización de los operadores y operadoras jurídicos
En algunos casos se evidenció la falta de sensibilización en temas de género de las personas que pertenecen a las instituciones del Estado, al reproducir estereotipos, o prejuicios contra las mujeres que ejercen sus derechos. Y finalmente, las y los abogados, familia del demandado o testigos, que se prestan a presentar falsos testimonios ante las autoridades porque ven estos juicios como planos de guerra, en los cuales uno gana y otro pierde, y no como soluciones pacíficas e institucionales de resolver conflictos. Así, abonan a seguir reproduciendo los estereotipos, la corrupción y la violencia que tanto daño han hecho, y a reafirmar ese pacto patriarcal, alianza, complicidad que protege las actitudes machistas.
De las mujeres que sí sobrepasan todos los obstáculos que se han ido narrando y más que existen en el día a día, debemos evidenciar que obtienen pensiones que no son proporcionales, ni suficientes para mantener el estándar de vida que sus hijos e hijas merecen.
Así que mientras abonemos a una sociedad indolente, donde los gobiernos no pongan en el centro de las políticas públicas esta problemática tan invisibilizada y asuman su responsabilidad en la solución de estas violencias; mientras los recursos públicos no estén enfocados de manera específica a la solución y apoyo a las víctimas de violencia económica; mientras la misma sociedad continúe perpetuando el doble discurso contra las mujeres, se sigan reafirmando pactos patriarcales y reproduciendo las raíces que son los estereotipos y la violencia de género, seguiremos teniendo paternidades irresponsables, infancias invisibles y maternidades sobrerresponsables.
Bibliografía
CNDH. (05 de junio de 2021). Comisión Nacional de Derechos Humanos. Obtenido de Comisión Nacional de Derechos Humanos: https://www.cndh.org.mx/sites/default/files/doc/Comunicados/2016/Com_2016_128.pdf
COCKTAIL, A. d. (05 de junio de 2021). COCKTAIL. Obtenido de Agencia de Marketing Digital COCKTAIL: https://cocktailmarketing.com.mx/estadisticas-de-tiktok/
INEGI. (05 de junio de 2021). Instituto Nacional de Estadística y Geografía. Obtenido de Censo de Población y Vivienda 2020: http://cuentame.inegi.org.mx/poblacion/habitantes.aspx?tema=P%20]
INMUJERES. (05 de junio de 2021). Instituto Nacional de las Mujeres. Obtenido de Brecha Salarial de Género en México: http://cedoc.inmujeres.gob.mx/documentos_download/101271.pdf
ONU, N. U. (05 de junio de 2021). Naciones Unidas Derechos Humanos Oficina del Alto Comisionado. Obtenido de Naciones Unidas Derechos Humanos Oficina del Alto Comisionado: https://www.ohchr.org/sp/issues/women/wrgs/pages/genderstereotypes.aspx#:~:text=Un%20estereotipo%20de%20g%C3%A9nero%20es,ambos%20desempe%C3%B1an%20o%20deber%C3%ADan%20desempe%C3%B1ar.
[1] Es necesario puntualizar que en la búsqueda web no se encontraron desagregados datos específicos, más recientes, o de otras instituciones, lo que evidencia la necesidad de poner en el centro de la política pública esta situación, para generar diagnósticos y bancos de datos suficientes.
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