Martín Vásquez Villanueva.
El viernes que acaba de pasar, día 23 de abril, se celebró, como todos los años desde que fue instituido por la UNESCO en 1995, el Día Mundial del Libro y el Derecho de Autor. “Esta fecha simbólica de la literatura universal —se lee en la página web de la organización multilateral— coincide con la desaparición de los escritores William Shakespeare, Miguel de Cervantes e Inca Garcilaso de la Vega. Este día rinde homenaje a los libros y a los autores y fomenta el acceso a la lectura para el mayor número posible de personas. Trascendiendo las fronteras físicas, el libro representa una de las invenciones más bellas para compartir ideas y encarna un instrumento eficaz para luchar contra la pobreza y construir una paz sostenible.”
Quise participar de la celebración con un humilde tributo y puse a la disposición del lector la versión digital de mi nuevo libro Un año con covid-19. Apuntes semanales, compilación de los artículos que aparecieron en este espacio durante estos tiempos de pandemia y que se puede encontrar en la siguiente liga: http://attainteractive.com/MVV-covid-19.pdf.
“La intención —digo en el prólogo— es compartir el resultado de un ejercicio semanal de reflexión sobre los efectos de la pandemia en nuestra realidad, desde el punto de vista de un médico oaxaqueño profundamente comprometido con el devenir de la vida en su patria chica. Los textos se han mantenido en su versión original, con la intención de preservar el aliento vital que los animó de lunes a lunes ante una realidad inédita y preocupante, constituyéndose en una suerte de ‘apuntes’ para la historia de un año particularmente difícil de nuestra historia, un año dominado por una palabra que antes no existía y que ahora está en boca de todos: covid-19, la enfermedad causada por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2.”
Cabe en este momento mencionar la deuda de gratitud que tengo con mi amigo Ericel Gómez Nucamendi, fundador y presidente del Consejo de Noticias, Voz e Imagen de Oaxaca, así como con la dirección y los responsables editoriales del diario, por la generosidad con que me han recibido en este espacio de opinión de los lunes, desde hace ya más de año y medio.
Como comento en mi libro, una de las lecciones más destacadas de la contingencia sanitaria ha sido la importancia de la comunicación en nuestra respuesta como sociedad a la pandemia. Insistí mucho en los artículos semanales en que la gobernanza era el mejor escudo que teníamos para contender contra la amenaza de la nueva enfermedad, y dicha gobernanza no es concebible sin la participación de la ciudadanía. Es en esta participación donde los medios de comunicación públicos y privados, así como las redes sociales, han desempeñado un papel crucial, dando voz no solo a los expertos y a las autoridades, sino también, de manera muy importante, al sentir ciudadano. Al mismo tiempo, uno de los obstáculos más perniciosos a los que se enfrenta todo intento por organizar una respuesta consistente y sólida ante la epidemia son la ignorancia, los prejuicios y la desinformación de mala fe, y aquí el único antídoto posible es una comunicación informada, honesta, veraz y persistente. Me siento dichoso de formar parte de un medio que se toma en serio esta encomienda de comunicar con integridad y de cara al bien común, y es en ese tenor que me ha parecido importante poner a disposición de los oaxaqueños el libro que he mencionado y que surge de estas páginas que tanto acompañan nuestra cotidianidad.
Es muy famosa la definición del libro que ofreció Jorge Luis Borges en la apertura de una conferencia suya sobre el tema: “De los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. […] El libro es una extensión de la memoria y de la imaginación.” Menos conocida es la otra dimensión del libro que aventura más adelante, en esa misma conferencia: “Un libro tiene que ser una forma de felicidad.”
Memoria, imaginación y felicidad encarnados en una de las invenciones más bellas para compartir ideas, ese objeto familiar y cercano, el libro, cuya existencia celebramos el viernes recién pasado con un gran sentimiento y una gran pasión. Larga vida al libro, el instrumento asombroso que nos educa y nos da libertad.
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