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Una de descuidos y jazz en Oaxaca


Una de descuidos y jazz en Oaxaca

Carlos Villalobos // @carlosavm_


La inclusión no autorizada de Sr. Blues en la cartelera de Jazzatlán y otras irregularidades revelan la urgente profesionalización de la industria cultural independiente


Durante la reciente edición del Festival Jazzatlán en Oaxaca, la presencia de patrocinadores reconocidos, contando incluso con el logo de la UNESCO, llamó la atención de público y de quien escribe este texto, sin embargo, ese respaldo institucional contrastó con un par de prácticas que afectaron directamente a quienes dan vida al evento. El músico Marco Albert, creador de la banda Sr. Blues, descubrió “de repente, acercándose la fecha, […] que aparecía el nombre de la banda, Sr. Blues” en la promoción de Humito Cocina y Foro 8 Temblor como parte del festival, pese a no haber sido contactado ni autorizado para formar parte de la cartelera.


Al cuestionar a los organizadores, Albert recibió la siguiente explicación: “no había lana, que ellos hacen todo por el amor a compartir”. Aún cuando le aseguraron que retirarían su nombre, Sr. Blues siguió apareciendo en varias publicaciones, mientras el festival vendía un boleto único de 800 pesos para todos los conciertos. A su vez, después de la denuncia de Albert, varias personas que habían resultado ganadoras de dinámicas para obtener entradas también denunciaron en redes que no se les respetó su pase, sumando voces a un descontento que trasciende el jazz y se extiende a toda la música independiente del estado.


Aunque Humito Cocina ofreció disculpas “de todas maneras posibles” y se limaron asperezas entre el espacio y el artista, es importante resaltar que la responsabilidad última recae en quienes diseñan y comunican el festival.


Más allá de polarizar con un tono amarillista, este ejercicio busca reflexionar sobre una realidad estructural: cuando “decides incluir a un nombre de un artista en un festival, tienes que ponerte de acuerdo […] son cosas de educación básica”. En Oaxaca, los músicos independientes siguen enfrentando precarización, contratos verbales y falta de reconocimiento económico, mientras los festivales presumen patrocinios y/o alianzas con grandes patrocinadores.


Ojo, esto tampoco exime a las y los artistas que también caen y han caído en prácticas enteramente dudosas que enrarecen y cierran oportunidades de mejorar las condiciones para todos, que tambien hemos cubierto desde este espacio.


Al cierre de esta nota, y luego de un par de solicitudes, el equipo de Jazzatlán no ha emitido postura oficial alguna. Lejos de una confrontación, esta crónica aspira a invitar a organizadores, artistas y público a repensar la profesionalización de los procesos: desde la negociación con el talento hasta la transparencia en la gestión de recursos y beneficios. Solo así la escena independiente podrá transitar del “amor al arte” a un compromiso real con quienes sostienen su razón de ser.


Una de descuidos y jazz en Oaxaca

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